jueves, 28 de enero de 2016

La misteriosa construcción de las pirámides de Egipto.

Foto: Las pirámides de Giza. (Corbis)
Las pirámides de Giza.

Teniendo en cuenta que en la época no existían excavadoras ni grúas, mover dos millones de bloques de piedras de más de dos toneladas de peso cada uno debió ser una empresa titánica, imposible de realizar sin algún tipo de ingenio que permitiera desplazar las piedras por el desierto.

La Gran Pirámide de Giza, la única de las siete maravillas del mundo que queda en pie, es quizás la construcción más estudiada de la historia. Pero, por mucho que se ha especulado sobre el asunto, el modo en que los egipcios lograron edificar ésta y otras pirámides sigue siendo uno de los mayores misterios de la arqueología.
Se sabe que los egipcios conocían los trineos, que aparecen en numerosas pinturas murales, pero aún seguía siendo un enigma cómo los obreros lograban desplazar bloques de tanto peso, que a buen seguro se hundirían en la arena. Lo que acaba de descubrir un equipo de físicos holandeses, liderado por el profesor Daniel Bonn de la Universidad de Amsterdam, es que los egipcios usaban un truco simple y efectivo para facilitar el paso de los pesados trineos de madera cargados con piedras: humedecer la arena por la que se deslizaban.
Lo más curioso del hallazgo, es que el truco ha estado años delante de los investigadores sin que nadie reparara en él. Cualquiera puede observar en la pintura de una de las paredes de la tumba de Djehutihotep, jefe de una de las regiones del Alto Egipto durante los reinados de Amenemhat II, Sesostris II y Sesostris III (1914-1852 a.C.), cómo una persona situada en la parte delantera del trineo arroja agua sobre la arena.
“Los egiptólogos creían que era un acto puramente ceremonial”, ha explicado Bonn a Live Science. “La pregunta es, ¿por qué lo hacían?”
Reproducción del dibujo de la tumba de Djehutihotep en el que se ve al aguador. (Wikicommons)
Reproducción del dibujo de la tumba de Djehutihotep en el que se ve al aguador.
Para comprobar si echar agua a la arena servía para desplazar con más facilidad los bloques de piedra por el desierto, los físicos construyeron en el laboratorio un trineo en miniatura y experimentaron con éste. En presencia de la correcta cantidad de agua, la arena húmeda del desierto es en torno a dos veces más firme que la arena seca, concluyeron los físicos. Y esto hace que la fuerza necesaria para mover el trineo se reduzca a la mitad, sencillamente porque la arena no se acumula delante del vehículo y la fricción es menor.
Mojar la arena del desierto permitía que se redujera la fricción lo suficiente como para necesitar la mitad de gente para mover el trineo
La razón es que cuando se agrega agua a la arena surgen los llamados puentes capilares, pequeñas gotitas de agua que unen a los granos entre sí. La técnica, en cualquier caso, es más sofisticada de lo que parece: si la arena se humedece demasiado mover el trineo es aún más difícil. “Si utilizas arena seca, no va a funcionar, pero si la arena está demasiado húmeda, tampoco”, asegura Bonn. “Hay una rigidez óptima”.
La cantidad necesaria de agua depende del tipo de superficie pero, según el físico holandés, la proporción óptima se sitúa entre el 2 y el 5% del volumen de arena. “Parece que mojar la arena del desierto egipcio permitía que se redujera la fricción lo suficiente como para necesitar la mitad de gente para mover el trineo en comparación con la tierra seca”, asegura Bonn.
El estudio, que se publicó la semana pasada en la revista Physical Review Letters, resuelve uno de los grandes misterios de la antigüedad, pero además podría tener aplicaciones prácticas para la ingeniería contemporánea.

Según los investigadores, el hallazgo podría ayudarnos a entender mejor el comportamiento físico de los materiales granulares como la arena, pero también el asfalto, el hormigón y el carbón, lo que permitiría el desarrollo de formas más eficaces de transportar estos materiales. Y esto no es baladí: el desplazamiento de estos cuatro elementos representa alrededor del 10% del consumo de energía del mundo.

jueves, 21 de enero de 2016

El mounstruo del lago Ness



Una teoría que defienden los creyentes de Nessie, es que el lago tiene profundos canales subterráneos que lo comunican con el mar, por los que los supuestos monstruos entran y salen a su antojo, justificando así las largas ausencias entre sus apariciones.


Los testigos oculares relatan que el monstruo tiene un color rojo oscuro, piel lisa y que mide entre ocho y nueve metros de longitud. Con estas descripciones algunos científicos piensan que puede tratarse de un plesiosaurio, una especie de dinosaurio marino. A Nessie, como se le conoce cariñosamente al monstruo, la historia lo recoge desde el siglo VI, pero cada cierto tiempo un grupo de investigadores recorre los 40 kilómetros de largo que tiene el lago en una cuidadosa búsqueda que confirme la leyenda.
La psicóloga Susan Blackmore, quien recorrió las orillas del lago, lo percibió a primera vista como amenazante, con aguas tan negras capaces de infundir temor. Para ella está claro que la gente maneja la posibilidad y la esperanza de poder ver algo en la superficie, por lo que cualquier movimiento de olas es achacado a la presencia del monstruo. La tensión y los deseos de un ser testigo excepcional de avistamiento, pueden conducir a confundir una realidad con la ficción, asegura la psicóloga. 
Unos, lo han divisado mientras transitaban por la carretera que bordea el lago, otros, desde el castillo de Urquhart situado en una de sus orillas. En algunos avistamientos los curiosos han tomado fotos, algunas de ellas reveladoras de siluetas extrañas en la superficie, mientras que otras no muestran nada importante. A pesar de que existen varias imágenes, ninguna es lo suficientemente clara y concluyente sobre la bestia marina.
El lago es un alargado canal de agua que se extiende por 40 kilómetros. Sus aguas son ligeramente cálidas en la superficie y muy frías a medida en que se desciende. Las montañas le bordean con acantilados que proyectan una imponente sombra sobre las aguas. Hay sitios en que a pocos metros de la orilla la profundidad llega a los 200 metros, lo que hace difícil la investigación.
La superficie del lago está casi siempre tranquila, por lo que esta ausencia de olas hace más fácil la observación, y también la confusión, pues un pequeño tronco de árbol movido por una ligera brisa, puede crear una ola con su consecuente efecto óptico para que todo el mundo piense que ha visto a Nessie. 
Una vieja leyenda cuenta que un misionero fue el primero en dar fe de un encuentro con el monstruo. Desde ese momento y hasta la fecha, miles de personas comentan sorprendidos sus encuentros con Nessie.
Pero la lógica de otros científicos funciona sobre la base de la alimentación. Por lo que plantean preguntas claves. Si Nessie pertenece a la época de los dinosaurios, entonces ha tenido que reproducirse por miles de años, por lo que existiría más de uno. Para mantenerse vivos, la supuesta manada tendría que devorar grandes toneladas de peces que no existen en el lago. En las grandes profundidades, es un misterio el tipo de pez que le sirve de alimento. Pues se cree que los organismos microscópicos que habitan en una oscuridad total en el fondo del lago, no serían suficientes para alimentar un cuerpo que pesaría cientos de kilogramos. 

jueves, 14 de enero de 2016

El kraken


El kraken es un enorme monstruo submarino que se encuentra en océanos y aguas profundas.
Su tamaño tan solo es comparable al de ciertos dragones rojos y dorados, siendo en muchos casos mayor al de éstos. Puede medir unos 90 metros de alto por término medio. Cuando se acerca a la superficie y permanece quieto se puede confundir con una isla.
El Kraken, de Bob Eggleton tenia un  aspecto  que se asemeja al de un pulpo gigante con numerosos tentáculos y unos enormes ojos rojos con los que controla cualquier movimiento de otras criaturas, tanto dentro como fuera de las aguas. Sus tentáculos tienen unas ventosas de unos 2 metros de diámetro. Tiene también dos tentáculos especiales, recubiertos de lengüetas afiladas, que usa para atacar.
Como cualquier cefalópodo, el kraken es capaz de expulsar tinta negra para escapar de sus enemigos, aunque cuesta pensar que un ser como éste necesite escapar, excepto de otro kraken furioso. Ni el mismísimo leviatán es comparable en fuerza o en tamaño.
Los avistamientos de krakens se llevan produciendo desde hace siglos y han sido más frecuentes en las costas del Atlántico Norte y de Noruega. De hecho, un obispo noruego describió en 1752 al kraken, y afirmó que el negro de las aguas de Noruega se debía al mecanismo de defensa del animal.
Los marineros de barcos de vela temían más que nada la aparición de este terrible ser, y vigilaban con nerviosismo las aguas profundas con la esperanza de no ver ningún burbujeo abundante, señal de que el kraken estaba ya demasiado cerca.
Cuando el kraken aparece o emerge alguno de sus tentáculos ya no es necesario correr. Una vez ha divisado a sus víctimas se lanza al ataque, las golpea y las envuelve con sus tentáculos mientras las arrastra a sus terribles fauces.
Hay rumores sobre islas tropicales que han quedado absolutamente vacías, tanto de animales como de humanos, tras el paso del malvado animal.
Sus guaridas se encuentran a varios miles de metros bajo el mar y son verdaderos complejos de cavernas en los que deposita los restos de cadáveres que no ha devorado, así puede conservarlos hasta que se vuelva a despertar su apetito.


viernes, 8 de enero de 2016

El Yeti



“El Yeti es un ser bípedo que camina ligeramente inclinado hacia delante. Tiene todo el cuerpo cubierto de pelo lacio y fuerte, excepto la cara, de piel blanca o rojiza; el pelaje es más corto por el pecho y por debajo de las rodillas y su cabeza es ovalada y puntiaguda”.
Esta es la definición en la que han coincidido la diversidad de personas que aseguran haber visto al Yeti.

Ya en 1921, el coronel Howard-Bury, jefe de la primera expedición británica al Everest, afirmó ver en las pendientes nevadas, a más de 6000 metros de altura, unas siluetas. Al alcanzar la cota donde le había parecido ver aquellas grandes sombras descubrieron unas descomunales pisadas. Son muchas las personas que aseguran haberse cruzado o haber hallado pruebas (pelo, huellas, etc) de la existencia del Yeti, el hombre de las nieves. No obstante, la comunidad científica no considera que haya suficientes indicios para realmente concluir en la existencia de este ser.
En 1951 Erik Shipton  fotografió unas huellas en la región oriental de Nepal que no pudieron ser adjudicadas a ningún ser conocido hasta el momento, eran exageradamente grandes.
Como documentación publicada al respecto, el alpinista Reinhold Messner, después de conquistar las 14 cimas más altas del mundo, se dedicó a organizar expediciones para buscar al Yeti y publicó un libro sobre ello (Yeti, Leyenda y realidad. Ed. Desnivel - 1999).
Himalaya
Todas las personas que afirman haberse cruzado con este inquietante ser coinciden en que su aparición va precedida de un silbido agudo (que ningún oso es capaz de emitir), que siempre se mueve en solitario y que huye del lugar donde es visto con ágiles y rápidos movimientos en posición erguida, como la de un ser humano. Coinciden también en que sus brazos son largos hasta las rodillas y en que su cabeza es desproporcionadamente grande y acabada en punta.
Hasta hace poco tiempo no se ha podido demostrar la existencia de este ser conocido como el hombre de las nieves del Himalaya. Sin embargo, el genetista de la universidad de Oxford, Bryan Sykes, ha concluido que el temido Yeti podría en realidad ser una subespecie híbrida entre oso polar y oso pardo.
El profesor Sykes apoya sus afirmaciones en los resultados obtenidos del análisis genético de varias muestras de pelo atribuidas a dos ejemplares de Yeti, o que por lo menos no habían sido identificados como ningún animal conocido. Uno de ellos fue visto en la región occidental del Himalaya, en Ladakh, y el otro procedía de Bhutan, a unos 1.300 km al este. Posteriormente, comparó las secuencias de ADN con la base de datos de animales Gen Bank.
El resultado más sorprendente es que dichas muestras ofrecen un 100% de coincidencia con el ADN obtenido de la mandíbula de un oso polar que vivió entre unos 40.000 y unos 120.000 años atrás en las árticas islas Svalbard (Noruega). Los expertos pensaban que en aquellos tiempos los osos polares y los osos pardos comenzaron a separarse en dos especies diferentes… ¿sería el Yeti una tercera vía evolutiva híbrida?
“Este es un resultado emocionante y completamente inesperado que nos ha dado una sorpresa a todos”, ha declarado Bryan Sykes a las agencias internacionales. “Hay más trabajo por hacer en la interpretación de los resultados. No creo que esto signifique que hay osos polares prehistóricos deambulando por el Himalaya.