“El Yeti es un ser bípedo que camina ligeramente
inclinado hacia delante. Tiene todo el cuerpo cubierto de pelo lacio y fuerte,
excepto la cara, de piel blanca o rojiza; el pelaje es más corto por el pecho y
por debajo de las rodillas y su cabeza es ovalada y puntiaguda”.
Esta es la definición
en la que han coincidido la diversidad de personas que aseguran haber visto al
Yeti.
Ya en 1921, el coronel
Howard-Bury, jefe de la primera expedición británica al Everest, afirmó ver en
las pendientes nevadas, a más de 6000 metros de altura, unas siluetas. Al
alcanzar la cota donde le había parecido ver aquellas grandes sombras
descubrieron unas descomunales pisadas. Son muchas las personas que aseguran
haberse cruzado o haber hallado pruebas (pelo, huellas, etc) de la existencia
del Yeti, el hombre de las nieves. No obstante, la comunidad científica no
considera que haya suficientes indicios para realmente concluir en la
existencia de este ser.
En 1951 Erik
Shipton fotografió unas huellas en la
región oriental de Nepal que no pudieron ser adjudicadas a ningún ser conocido
hasta el momento, eran exageradamente grandes.
Como documentación
publicada al respecto, el alpinista Reinhold Messner, después de conquistar las
14 cimas más altas del mundo, se dedicó a organizar expediciones para buscar al
Yeti y publicó un libro sobre ello (Yeti,
Leyenda y realidad. Ed. Desnivel - 1999).
Himalaya |
Todas las personas que
afirman haberse cruzado con este inquietante ser coinciden en que su aparición
va precedida de un silbido agudo (que ningún oso es capaz de emitir), que
siempre se mueve en solitario y que huye del lugar donde es visto con ágiles y
rápidos movimientos en posición erguida, como la de un ser humano. Coinciden
también en que sus brazos son largos hasta las rodillas y en que su cabeza es
desproporcionadamente grande y acabada en punta.
Hasta
hace poco tiempo no se ha podido demostrar la existencia de este ser conocido
como el hombre de las nieves del Himalaya. Sin embargo, el genetista de la universidad de
Oxford, Bryan Sykes, ha concluido que el temido Yeti podría en realidad ser una
subespecie híbrida entre oso polar y oso pardo.
El profesor Sykes apoya sus
afirmaciones en los resultados obtenidos del análisis genético de varias
muestras de pelo atribuidas a dos ejemplares de Yeti, o que por lo menos no
habían sido identificados como ningún animal conocido. Uno de ellos fue visto
en la región occidental del Himalaya, en Ladakh, y el otro procedía de Bhutan,
a unos 1.300 km al este. Posteriormente, comparó las secuencias de ADN con la
base de datos de animales Gen Bank.
El resultado más sorprendente es que
dichas muestras ofrecen un 100% de coincidencia con el ADN obtenido de la
mandíbula de un oso polar que vivió entre unos 40.000 y unos 120.000 años atrás
en las árticas islas Svalbard (Noruega). Los expertos pensaban que en aquellos
tiempos los osos polares y los osos pardos comenzaron a separarse en dos
especies diferentes… ¿sería el Yeti una tercera vía evolutiva híbrida?
“Este es un resultado emocionante y
completamente inesperado que nos ha dado una sorpresa a todos”, ha declarado
Bryan Sykes a las agencias internacionales. “Hay más trabajo por hacer en la
interpretación de los resultados. No creo que esto signifique que hay osos
polares prehistóricos deambulando por el Himalaya.
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